Cuestiones de visitantes

O la negación de la realidad

Tengo la maravillosa suerte, buscada con premeditación y alevosía, de vivir parte de mis días en un pueblo pequeño que es para mí, en lugar de un infierno grande como en el dicho, prácticamente un paraíso.

El poble
El pueblo

El pueblo es realmente pequeño. Cuenta con una iglesia románica, una rectoría deshabitada, una plaza con dos tilos y dos moreras, un apacible cementerio, la casa de mis vecinos que era el antiguo horno y la escuela, reconvertida en los 70 en atelier y hoy en mi casa. En este pueblo vivimos pocas personas quizás por eso allí una puede creer en cualquier utopía. Bueno, una puede hacerlo hasta que aparecen los visitantes.

Martina Cabanas leyendo teatro

Hoy estaba leyendo una maravillosa entrevista del Paris Review me hallaba confortablemente en mi sillón, ora en Nueva York con Wallace Shawn ora viendo pasar las nubes, cuando un visitante ha subido la escalera de mi casa a grito de ¡Hola! ¡Hola!. He salido a la ventana para recordarle que aunque pueblo pequeño existe la propiedad privada y que es costumbre que la gente no entre en casa ajena salvo invitación expresa. Al oírme, el visitante ha bajado la escalera, ha salido a la plaza y me ha preguntado sorprendido: ¿El pueblo es sólo esto?

El pueblo

Es curioso, esta pregunta la repite mucha gente al llegar a este pueblo, de hecho es tan habitual que mi vecino ya tiene a mano una respuesta unívoca “Per mi n’hi ha ben prou!” (lo que en mi torpe traducción sería algo como: para mí hay bastante). Hoy, quizás por eso de tratar de ser distinta en esta pregonada “nueva normalidad” (¡qué epíteto tan raro para tal nombre!), he tratado de comprender de dónde nacía esta manida pregunta…

Creo que al viajero, especialmente si procede de una ciudad un poco grande, le causa estupor la literalidad de que existan pueblos de tres casas. ¿Es quizás la sorpresa por el tamaño lo que le lleva a preguntar si es real lo que ve? ¿Le resulta inconcebible que exista una realidad tan distinta a la suya? La verdad es que no lo sé… Pero a su pregunta de si “¿el pueblo es sólo esto?” me han entrado ganas de responderle, no irónicamente como mi chico que les manda sendero abajo argumentando que la metrópolis sigue en esa dirección, si no de manera más cáustica y asertiva con un sencillo: “Sí, y usted y yo también!”  A pesar de mis ansias, quizás por no parecer grosera, he murmurado un escueto: sí. A lo que él me ha repetido la pregunta indignado, recalcando el sólo, como buscando algún truco, algún trompe-l’œil de última generación que escondiera detrás de la huerta chalés, casas adosadas, supermercados y rascacielos…

Skyline-de-Nueva-York-teatro-dramaturgia

“Será posible! La realidad es solo eso”

“No sé, señor, per mi n’hi ha ben prou!”