¿Como un artista puede ser autónomo?!

Siempre que sale a la conversación aprovecho para decir que soy autónoma y lo digo, más que nada, para ver si me convenzo. ¿Yo, autónoma?! Para nada, como artista y como persona soy de lo más dependiente que una pueda imaginar… ¿Como podría escribir sin leer, pensar chorradas sin escucharlas, dibujar escenografías sin admirar museos y atardeceres? Así que nada, dependo más o menos de todo, de escuchar una pieza que me descubre universos, de que paguen a tiempo, de que un equipo de personas maravillosas enloquezca y se suban a un barco conmigo, que saben que voy a pilotar, no de manera autónoma, sino dependiendo del equipo pero también del viento y las tormentas. Pero por encima de todo es muy difícil que una artista sea autónoma porque debe su supervivencia, a falta de un mecenas que merezca ese nombre, a la aceptación y la estima del público… Así, que no dejamos de ser dependientes del público. Así argumentaba yo en mi pensamiento antes de ir a visitar a mi gestora…

artista no autónoma makita

Al llegar a la gestoría y compartir mis reflexiones con mi ángel de la guarda en materia tributaria pude ver en ella un cierto desasosiego. Me miró largamente y trató de hacerme ver su punto de vista. Debes aceptar que ser artista tiene algunas similitudes con ser autónoma, de hecho hay muchos parámetros que os acercan…

Los autónomos no enferman, o en caso de que enfermen es difícil que pidan la baja y abandonen en el trabajo para recuperarse. De igual manera ocurre con el artista, me decía… Y al menos en mi caso eso es cierto, pues en las ensoñaciones de la fiebre o en las crestas de los estados ansiosos siempre me aparecen propuestas, soluciones e ingenios. Así pues, no, no paramos al enfermar, algo tenemos en común.

Los autónomos no son especialmente conocidos por sus largos periodos vacacionales. Aquí voy a ser un poco odiosa, decía, pero en caso de no considerar tu vida como vacaciones permanentes revisables diría que tampoco tu logras largos periodos vacacionales, si no respetas ni las noches…

           

Los autónomos no tienen jefes, sus jefes son sus clientes. Ahí no necesité que me dijera más… El respetable, de él dependemos del favor del público, de que nuestras obras conecten de alguna manera con un espectador y lo animen a abandonar el sofá y arriesgarse a asistir al teatro con el terrible peligro acechando de morir de aburrimiento después de pagar veinte euros.

           

Después de todas esas reflexiones llegamos a la parte práctica…

YO: ¿Oye, a cuánto asciende la cuota ahora que ya no me queda bonificación?

ANGEL DE LA GUARDA TRIBUTARIO: 283,30 euros al mes.

Sin ser versada en números le contesté, segura:

YO: Me quedan 395€ a la cuenta corriente y no tengo previsión de un nuevo trabajo, ¿sabes qué…? Mejor me doy de baja.

Con esta reflexión estuvimos de acuerdo las dos.